lunes, 5 de septiembre de 2016

Introducción a la Higiene Vital I "El Concepto de Toxemia"

            INTRODUCCIÓN A LA HIGIENE VITAL.



1.      LA ENERGÍA VITAL Y EL AGOTAMIENTO.



La energía que mantiene la vida. La energía vital.



La naturaleza es un conjunto vivo, un “ser” vivo en el que todos sus elementos están relacionados entre sí: la tierra, el agua, el aire, el sol, los vegetales, los animales, el hombre…y cada uno de ellos mantiene el equilibrio con los restantes. Son partes integrantes de esa Naturaleza. Cuando el ser humano se encuentra en equilibrio con todo lo que le rodea y consigo mismo vive en salud, y cuando dicho equilibrio se rompe, tanto hacia fuera como hacia dentro, aparecen los diferentes grados de “enfermedad” o desequilibrio. La enfermedad no existe más que como un estado de menor salud, y para conseguir la salud es necesario la búsqueda de ese equilibrio en base al respeto de las leyes naturales y de las leyes universales.

El organismo humano y cada una de sus células viven gracias a la ENERGÍA VITAL conseguida por la digestión y asimilación de los alimentos, la respiración, el contacto con el sol, el agua, con la Naturaleza y mediante la relación con las demás personas en el medio social, también a través de la consciencia en el vivir, el pensamiento positivo, el movimiento, el trabajo colectivo, el descanso, el sueño…Dicha ENERGÍA VITAL se manifiesta tanto en la salud como en la enfermedad. Si nos hacemos una herida o nos rompemos un hueso, trabaja para que la herida cicatrice y los dos fragmentos del hueso vuelvan a unirse. En la “enfermedad”, guiado instinto de conservación de nuestro cuerpo, la energía busca positivamente la salud, de tal forma que muchos de los síntomas que la acompañan indican claramente, como luego veremos, esta finalidad.

Tanto en la salud como en la enfermedad, nuestro cuerpo, como organismo vivo que es, tiene verdaderamente un gran poder de curación. Esta fuerza de auto curación es una parte del poder de regeneración de toda la naturaleza que a su vez es una manifestación y una cualidad de toda energía viva.

Hoy en día se admite que miles de remedios contra las enfermedades, desde la aspirina a la penicilina, la ducha fría, las infusiones o las intervenciones quirúrgicas y los partidarios de cada una de ellas dicen que ellos curan. Si todos estos diferentes y contradictorios remedios tienen capacidad de curación no es difícil ver que el verdadero poder curativo se encuentra en la fuerza interna de todo organismo vivo, en su poder de auto curación, a pesar de nuestro esfuerzo por olvidarlo.

La salud es el estado normal de todo ser vivo mientras tenga en cuenta y respete las leyes de la vida: cualquier desviación de esas leyes abre el paso a la enfermedad. Bajo condiciones de vida favorables o adecuadas y apartado de los factores que producen la enfermedad (las verdaderas causas de la enfermedad), nuestro cuerpo tiene poder de curarse a sí mismo y ninguna sustancia extraña a él, menos aún una sustancia tóxica como un medicamento puede hacerlo. El hombre sano es capaz de captar su propia energía de la Energía de la Naturaleza y del Universo. Canaliza las fuerzas del universo que pasan por él.

Mientras la persona lleve una vida sana, el aporte y el gasto de energía se encuentra en equilibrio, se obtiene y se gasta una cantidad semejante y frecuentemente el aporte energético es mayor, sobre todo en las formas más sutiles de energía, por ejemplo, en la energía mental o psíquica.



El agotamiento es la base de la enfermedad.



Hemos visto antes las distintas formas de conseguir energía. Al mismo tiempo, y debido a que la vida es un movimiento constante de fuerzas, nuestro cuerpo gasta energía en el trabajo físico, en el ejercicio, el metabolismo general, en mantener constantes el calor y la temperatura del cuerpo, en el trabajo mental, en el trabajo de eliminación de las sustancias de desecho, en la relación con los demás…

El problema surge cuando debido a nuestra forma de vida antinatural gastamos más de lo que captamos, derrochamos nuestras fuerzas y con el paso del tiempo las reservas de energía se van debilitando, apareciendo el agotamiento y la enfermedad.

Una forma de vida antinatural favorece el gasto o más bien el derroche de mucha energía, así como también el desequilibrio energético. El organismo necesita hacer frente y contrarrestar con mucha de su fuerza: una alimentación excesiva y de mala calidad, las sustancias tóxicas (café, alcohol, tabaco, otras drogas…), la contaminación de la tierra, del agua y del aire, las tensiones y desequilibrios emocionales y mentales, el excesivo e inadecuado trabajo, la represión social, las relaciones humanas egoístas basadas en el pequeño “yo” o ego como ombligo del Universo…

Del mismo modo que hay un derroche hay también un aporte insuficiente de energía: una alimentación basada en los alimentos refinados e industrializados, embutidos, conservas, sal, las carnes, los pescados; no aportan la misma vitalidad que la verdura, las raíces y las frutas frescas, los frutos secos, los cereales integrales, que durante los meses de maduración han captado la energía de la NATURALEZA: de la tierra, del agua, del aire y del sol. Más bien al contrario, los alimentos refinados e industrializados roban, en verdad, la energía propia del organismo.

Las frutas y las hortalizas, como alimentos vivos que son, captan la energía del sol, y bajo la acción de sus rayos ultravioleta combinan el gas carbónico (dióxido de carbono) del aire con el agua, con los minerales y demás elementos de la tierra, formando su propia estructura. Son una combinación de las fuerzas de los cuatro elementos: la tierra, el agua, el aire y el sol (fuego), son verdaderos concentrados de energía viva, “la quintaesencia” de la materia viva. Del mismo modo, el aire contaminado y la mal llamada “agua potable” de las ciudades no contienen la vitalidad del aire del campo y del agua almacenada en las frutas y verduras o proveniente de un cristalino manantial. La falta de ejercicio o de un trabajo creativo tampoco sirve de estímulo ni de aporte energético. No olvidemos que el ejercicio o el trabajo producen en un principio un gasto de energía pero que a su vez actúan como estímulos favorecedores del equilibrio de nuestro organismo y la recuperación de la salud. La vida es movimiento. La ausencia del pensamiento positivo y la falta de consciencia y de esperanza en la vida, el desequilibrio psíquico y emocional impiden que el ser humano se recargue con la suficiente energía mental para hacer frente a los problemas de la vida diaria.

Cuando obtenemos una insuficiente cantidad de energía y además la derrochamos en exceso a causa de diversos factores debilitantes, aparece el AGOTAMIENTO. El agotamiento es el punto central de la enfermedad y de hecho la mayoría de las enfermedades se manifiestan acompañadas de sus síntomas: cansancio, debilidad…



  1. ELIMINACIÓN DE LAS SUSTANCIAS DE DESECHO. LA INTOXICACIÓN.



Asimilación y eliminación.

En el mantenimiento de la vida, el organismo necesita alimentos que le aporten energía y éstos son principalmente los hidratos de carbono o glúcidos (almidones y azúcares) y las grasas. Los hidratos de carbono o glúcidos son la fuente primaria de energía, muchos de ellos se digieren de forma fácil y rápida. El aporte de mejor calidad está en los azúcares de la fruta y los almidones de las patatas, boniatos, castañas, raíces (zanahoria, remolacha, nabo…) y los cereales (pan integral o con el germen, arroz integral, maíz, mijo, trigo…).

Las grasas son una fuente secundaria de energía, pero constituyen el material ideal para el almacenamiento energético.

El organismo necesita también sustancias que formen tejidos nuevos y reparen las zonas desgastadas o enfermas para ello están las proteínas contenidas en los alimentos.

De hecho, a los hidratos de carbono y las grasas se les llama ALIMENTOS ENERGÉTICOS y a las proteínas PLÁSTICOS.

Para llevar a cabo todos los procesos del organismo se necesita también la intervención del agua, las vitaminas, los minerales, las enzimas…contenidos en los alimentos vivos; también del oxígeno que respiramos, del estímulo del sol, y de otros factores: ejercicio, trabajo creativo, contacto con la naturaleza, equilibrio psíquico…Al conjunto de todas estas reacciones de le denomina METABOLISMO.

En el metabolismo normal, en los procesos energéticos, en el mantenimiento de la temperatura constante del organismo, en el crecimiento y regeneración de los tejidos utilizados, se forman cierta cantidad de sustancias de desecho (gas carbónico o dióxido de carbono, urea, ácido úrico, ácido láctico, creatinina…), sustancias que necesariamente deben ser eliminadas.

Estos productos de desecho, formados en el interior de la célula, pasan en principio a la sangre y de ahí a los órganos normalmente encargados de eliminarlos: LOS ÓRGANOS DE ELIMINACIÓN.

Estos órganos de eliminación son: LOS RIÑONES (que expulsan las sustancias de desecho y las toxinas por la orina), el APARATO DIGESTIVO (que lo hace por la mucosa digestiva o piel interna que recubre a los órganos huecos, la bilis y las heces), el PULMÓN (por el aliento), LA PIEL (por el sudor).

En la mujer hay una eliminación por LA MENSTRUACIÓN y por LAS MAMAS en la mujer lactante. En consecuencia y debido a ello la mujer lactante tiene que tener cuidado en no consumir: café, alcohol, tabaco, medicamentos, otros alimentos tóxicos, ya que estas sustancias aparecen en la leche, intoxicando al niño.



INTOXICACIÓN O TOXEMIA (Exceso de aporte tóxico y disminución de su eliminación).



Cuando una persona lleva una forma de vida sana, en su cuerpo se originan una pequeña cantidad de sustancias de desecho que se eliminan con facilidad. Pero si la forma de vida es la conocida como `” normal”, a estas sustancias de desecho hay que añadir las sustancias tóxicas que provienen del exterior, más las sustancias originadas por la intoxicación intestinal, como veremos más adelante, lo que supone un trabajo extra para los órganos de eliminación.



Por la nutrición y la respiración le llegan a las células las sustancias nutritivas y el oxígeno. El oxígeno se combina con estas sustancias y tiene lugar una “combustión” de donde se desprende energía. De esas reacciones químicas se forman sustancias de desecho que deben ser eliminadas. Si los órganos encargados de la eliminación no cumplen su trabajo a consecuencia del agotamiento y del desequilibrio energético, se acumulan toxinas dando lugar a la intoxicación. Agotamiento e intoxicación son la base de la enfermedad.



Llegado un momento, la sobrecarga tóxica es tan grande que los órganos de eliminación no dan abasto en el cumplimiento de su trabajo y las sustancias tóxicas se acumulan en el interior del organismo. Debido también al agotamiento energético, anteriormente visto, no hay energía suficiente para que estos órganos cumplan correctamente su trabajo.

Por una causa o por otra, y normalmente por las dos (sobrecarga tóxica y agotamiento energético), tiene lugar una acumulación progresiva de sustancias tóxicas, dando lugar a la INTOXICACIÓN O TOXEMIA origen de cualquier enfermedad.



FORMAS DE INTOXICACIÓN.



Hacemos una pequeña clasificación de las formas de intoxicación según su origen:



Intoxicación interna o autotoxemia. En el metabolismo o funcionamiento normal del organismo se forman sustancias de desecho que si no pueden ser eliminadas se acumulan en el interior del cuerpo (urea, ácido úrico, ácido láctico, dióxido de carbono, creatinina…). Estas sustancias se producen incluso llevando una forma de vida sana, aunque se generan en muchísima mayor cantidad llevando una vida “normal”.

Igualmente, en los procesos de destrucción o degeneración de alguno o más órganos se forman sustancias tóxicas: necrosis de algún tejido por falta de aporte sanguíneo y de oxígeno, tumores malignos que degeneran…



Intoxicación intestinal. Es la intoxicación causada por la fermentación de los alimentos y la formación de sustancias tóxicas a la que dan lugar. Su origen es múltiple: consumo de alimentos no adecuados a la fisiología del ser humano; comer en exceso, sin hambre, deprisa, muy cocinados, con muchas mezclas (incompatibilidades)…



Intoxicación externa. Es el acumulo de tóxicos provenientes del exterior, son sustancias extrañas a la composición normal del organismo: contaminantes del aire y del agua (agua clorada); tóxicos como el café, alcohol, tabaco, otras drogas, medicinas, vacunas…Alimentos tolerados por el organismo, pero no recomendables: carnes, pescados, alimentos refinados, sal, vinagre, alimentos industrializados ricos en conservantes, colorantes, aromas y otros aditivos. Contaminación por las radiaciones eléctricas, rayos X, televisión, centrales nucleares, gammagrafías…Estos últimos elementos actúan volviendo tóxicas las sustancias propias del organismo. Insecticidas, pesticidas, herbicidas y abonos químicos utilizados en la agricultura (contaminación de la tierra), etc., etc…



Intoxicación mental y emocional. Esta intoxicación está originada por las sustancias tóxicas generadas por las tensiones nerviosas, preocupaciones, miedos, soledad, frustraciones, pensamientos erróneos, emociones mal canalizadas, celos, envidias, mentiras, excesivo trabajo intelectual…

Hay una forma sutil de contaminación del pensamiento favorecida por los medios de comunicación y las personas influyentes. Juegan un papel en esta forma de contaminación de la propaganda consumista de los medios de (in)comunicación de masas y en especial la de la TV que tanto daño hace a las personas, y en especial a los niños.

La intoxicación mental y emocional provoca igualmente unos bloqueos energéticos que se acompañan de tensiones musculares y de la disminución de la respiración profunda y relajada, dando lugar a una disminución de la captación de la energía y su libre circulación por el organismo, con lo que se favorece el AGOTAMIENTO.



3. LAS CRISIS DE DESINTOXICACIÓN-EL REPARTO DE LA ENERGÍA EN LOS TRES GRANDES SISTEMAS DE NUESTRO ORGANISMO.



Las crisis curativas de desintoxicación.



Si las toxinas se acumulan en una cantidad excesiva las células se ven obligadas a vivir en un medio tóxico, degeneran y mueren.

Cuando la acumulación de sustancias tóxicas supera un máximo tolerable (el nivel de tolerancia), el organismo provoca lo que llamamos LA CRISIS DE DESINTOXICACIÓN, con el fin de reducir o evitar la intoxicación o toxemia y el posterior mal funcionamiento, degeneración y muerte de las células. Dichas crisis son lo que en la medicina oficial se conocen como enfermedades agudas o de corta duración (anginas, catarros, bronquitis aguda, tos, vómitos, diarreas, “infecciones” urinarias…).

Este trabajo extra de desintoxicación se lleva a cabo por los llamados ÓRGANOS RELEVO DE ELIMINACIÓN, ayudando así a los órganos que habitualmente efectúan esta función, vistos anteriormente (riñones, aparato digestivo, pulmón y piel). De esta forma se elimina el exceso de sustancias tóxicas.

En las crisis de desintoxicación puede haber una eliminación a través de las mucosas del APARATO RESPIRATORIO en forma de: catarro, tos, gripe, bronquitis…; del APARATO DIGESTIVO en forma de: vómitos, diarrea, boca; del APARATO UROGENITAL: “catarro” de vejiga, “infección” de orina, flujo vaginal en la mujer; de la PIEL, como urticaria, granos, forúnculos, abscesos, aumento de la sudoración…; de la conjuntiva del OJO, apareciendo la conjuntivitis; por el conducto AUDITIVO, dando la otitis.

Igualmente hay una neutralización y eliminación de los tóxicos por el TEJIDO LINFÁTICO que aumenta su trabajo y también el tamaño de sus elementos (anginas, vegetaciones, ganglios inflamados, apendicitis…).

Estas crisis no son verdaderas “enfermedades” sino diferentes formas de eliminación de las sustancias almacenadas que producen la intoxicación orgánica. Son verdaderas crisis curativas, válvulas de eliminación de toxinas, que no debemos intentar combatir con ninguna clase de remedio terapéutico porque en realidad “nos limpian”. No intentemos “curar” el catarro porque es el mismo catarro quien nos cura.

Si tratamos el catarro evitamos la desintoxicación del organismo, pues la mayoría de sus síntomas (mocos, flemas, boca seca, orina oscura, sudor, fiebre…), son diferentes formas de desintoxicación y eliminación y otros síntomas como el malestar general, la sensación de cabeza embotada, el aumento de sensibilidad a los ruidos y luces fuertes, los dolores de cabeza…nos avisan de la necesidad de descanso físico y psíquico.



Reparto de la energía en el organismo.



La energía vital del organismo se reparte en los tres grandes sistemas: NUTRICIÓN, ELIMINACIÓN Y RELACIÓN. También se necesita la energía para el crecimiento y la reproducción.

El SISTEMA DE NUTRICIÓN, necesita energía para la digestión y asimilación de los alimentos. Tendremos en cuenta que en dicho proceso no interviene solamente el aparato digestivo, el estómago y el intestino, ya que el último proceso de asimilación se lleva a cabo en el interior de cada una de las células. Todas y cada una de las células del organismo interviene en el trabajo de asimilación de las sustancias nutritivas.

Forma también parte de este sistema la respiración, mediante la cual nos alimentamos del oxígeno y de la energía del aire, y la circulación sanguínea que aporta las sustancias nutritivas y el oxígeno necesario para las células.

No nos olvidemos tampoco del aporte nutritivo que recibimos del sol y del contacto con la naturaleza.

El SISTEMA DE RELACIÓN, es el conjunto de los órganos y tejidos encargados de ponernos en contacto con el mundo exterior y con los demás seres humanos y está dirigido en gran parte por la voluntad consciente.

Cuando nos movemos, hacemos ejercicio, pensamos, sentimos, nos comunicamos, realizamos un trabajo intelectual, manual o físico, nuestro organismo lleva gran parte de su energía vital hacia la función de relación y sus órganos: músculos y huesos, cerebro, sistema nervioso, los órganos de los sentidos y del lenguaje.

El tercer gran sistema que necesita un aporte de energía vital es el SISTEMA DE ELIMINACIÓN, formado por los órganos que hemos visto anteriormente, los órganos de eliminación: riñones, pulmones, aparato digestivo y piel. La función de eliminación es una actividad fundamental para el mantenimiento de una buena salud. El cuerpo humano no está sano si sus células mantienen gran cantidad de sustancias de desecho y toxinas.

Tanto para el sistema de nutrición como para el de eliminación es necesario el buen funcionamiento del sistema circulatorio (arterias, venas…).

A la par del trabajo de eliminación se efectúa el de REPARACIÓN (regeneración) de las zonas afectadas por la intoxicación y la falta de energía.



A-Centralización de la energía en el sistema de nutrición.



La persona que come en exceso, que consume alimentos no adecuados: refinados, industrializados o de origen animal, bebe el agua “potable” de las ciudades, respira el aire contaminado por los humos, bebe alcohol, fuma…derrocha mucha energía en el sistema de nutrición, necesaria para contrarrestar estas sustancias nocivas. Cuando la energía se desvía hacia la nutrición hay menos para cumplir las funciones de eliminación y relación.

Un ejemplo de todos conocido es la forma como la energía y la sangre se centran en en el sistema digestivo, en el abdomen, tras una copiosa y excesiva comida. En este momento la energía se retira del sistema de relación y nos encontramos sin ganas de movernos ni de pensar, con adormecimiento o ganas de dormir, o sin querer hablar. Una parte del cuerpo (músculos, huesos, sistema del lenguaje, sentidos) y el cerebro, ceden su fuerza para que ella se concentre en el aparato digestivo.

Del mismo modo el sistema de eliminación cede su energía para que ella se canalice también hacia el abdomen. Debido a esto muchos de los síntomas de eliminación, los trastornos y las molestias pueden ceder momentánea o temporalmente tras una comida abundante y de difícil digestión. Nos equivocamos si pensamos que la persona enferma debe comer mucho.



B-Centralización de la energía en el sistema de relación.



Cuando la persona trabaja en exceso y tiene una ocupación no grata, sufre muchas preocupaciones y tensiones nerviosas, vive en la ciudad rodeada de ruidos y luces artificiales, pasa muchas horas muertas delante de la televisión, mantiene de forma continua pensamientos negativos…La energía vital asume ese gasto extra, pero alcanzando cierto nivel deberá “robar” energía de los sistemas de eliminación y nutrición. Debido a ello se ven frenadas estas dos últimas funciones y se favorece la aparición de intoxicación o toxemia y de la enfermedad.

Un ejemplo extremo de una gran centralización de la energía en el sistema de relación, a cambio de dejar con poca fuerza al sistema de eliminación y en especial al sistema nutritivo, ocurre cuando estamos comiendo o recién comidos y nos dan una mala noticia, un susto…, en ese momento la energía se retira bruscamente del sistema de nutrición dando lugar a un corte de digestión y con frecuencia se acompaña de náuseas, vómitos o diarreas que tienen la finalidad de liberar al aparato digestivo de los elementos nutritivos ingeridos.



C-Centralización de la energía en el sistema de eliminación en las crisis de desintoxicación o durante la enfermedad crónica.



Durante la crisis de desintoxicación la energía vital des organismo se concentra en el sistema de eliminación para que las sustancias tóxicas puedan ser expulsadas. En consecuencia, y durante dichas crisis hay una falta de energía en los sistemas de nutrición y de relación.

La falta de energía en el sistema de nutrición que acompaña frecuentemente a las crisis desintoxicativas, produce aparición de ciertos síntomas como son: la falta de apetito, estreñimiento, diarrea…

Esta situación es frecuente en los niños ya que su instinto está menos degenerado que el de las personas adultas y en consecuencia pierden rápidamente el apetito ante la enfermedad.

Casi la totalidad de energía trabaja en la eliminación, y el aparato digestivo ha cedido la mayor parte de sus fuerzas para que los órganos de eliminación cumplan de la mejor manera posible su trabajo.

La falta de energía en el sistema de relación explica: la aparición de fatiga, cansancio, mareos, piernas frías (debido al descenso de las energía muscular y nerviosa); la cabeza embotada y las pocas ganas de pensar (disminución de la energía mental). La persona está emocionalmente más sensible y pide muchos cuidados y mimos; explica también el aumento de la sensibilidad y las molestias ocasionadas por los ruidos y las luces fuertes (descenso de la energía de los órganos de los sentidos) y la sensación de frío general.

En la enfermedad crónica la energía se concentra también en mayor o menor grado en el sistema de eliminación apareciendo los mismos síntomas, aunque normalmente menos intensos pero más duraderos.

Incluso en esta situación puede ocurrir que por la centralización de la energía en el sistema de eliminación, falte dicha energía para el crecimiento y la reproducción. Aparecen los problemas de crecimiento en el niño pequeño o hay una formación anormal del feto y sus órganos en la mujer embarazada (¿Cuántas malformaciones del fetos no son debidas a esto?). Del mismo modo la falta de energía para el trabajo de reproducción puede hacer que tanto el hombre como la mujer se vuelvan estériles.

LA INTELIGENCIA INTERNA O EL INSTINTO DEL CUERPO dirige el reparto de energía en el organismo y aumenta una función, en este caso la desintoxicación y la curación, a cambio de la disminución de la actividad normal. Hay una interiorización de la energía y junto con ella de la sangre hacia los órganos de eliminación y las zonas más dañadas y enfermas.

Las molestias que aparecen en las crisis de eliminación.



Al mismo tiempo que la energía, la circulación sanguínea sufre una interiorización y con ello los órganos menos vitales en ese momento como la piel y las extremidades se encuentran frías y pálidas (manos y pies fríos), la sangre se concentra en el interior del organismo y principalmente en los órganos de eliminación y en las zonas enfermas.

LAS CRISIS DE DESINTOXICACIÓN se acompañan frecuentemente de toda clase de molestias y dolores localizados por todo el cuerpo; molestias y dolores de cabeza, vientre, riñones, hígado, ovarios…, los dolores y las molestias actúan como timbres de alarma que nos avisan de que algo se mueve en el interior de nuestro organismo, es la energía que intenta reparar las zonas dañadas.

Estos depósitos de sustancias tóxicas se eliminan más fácilmente aumentando la circulación y la actividad metabólica del cuerpo, lo que con frecuencia da lugar a molestias y dolores.



La inflamación, la fiebre, el dolor.



LA INFLAMACIÓN es uno de los procesos más frecuentes y más efectivos de los que utiliza el cuerpo humano para reparar una zona o eliminar las sustancias extrañas, y acompaña de varios síntomas: calor y enrojecimiento local producido por un aumento de la llegada masiva de sangre a la zona; hinchazón, debido al paso de líquido filtrado de sangre a los tejidos de alrededor. Estos síntomas tienen como objeto facilitar la llegada de todos los elementos necesarios para el proceso (proteínas, glóbulos blancos, enzimas, sustancias nutritivas). La inflamación se acompaña de diferentes síntomas, según el órgano afectado.

La inflamación por ejemplo del aparato respiratorio da síntomas de tos, eliminación de flemas, moco…, mientras que la del aparato digestivo dará náuseas, vómitos, diarreas. Cuanto más intensos son los síntomas, más rápido es el proceso curativo. Por el contrario si los combatimos con medicamentos, hierbas y otros procedimientos, retrasamos la curación.

LA FIEBRE como veíamos anteriormente es un síntoma del proceso de desintoxicación y manifiesta un aumento de la actividad metabólica del organismo, por lo que se acompaña del ritmo cardíaco, de la frecuencia respiratoria y una disminución de la actividad física y psíquica. Como ocurre con los demás síntomas no hay que tratar de eliminarla pues con ello ocasionamos un retraso de la curación.

Del mismo modo que en la inflamación hay un aumento de la temperatura de la zona, la aparición de fiebre manifiesta una especie de inflamación general de todas las células del cuerpo que intentan eliminar las sustancias tóxicas acumuladas en su interior.

Cuando una herida se llena de suciedad o tierra, se produce un aumento de la temperatura local (fiebre local) que al acelerar las reacciones químicas facilita el proceso curativo. Del mismo modo la fiebre de todo el cuerpo indica su trabajo por eliminar la suciedad o los tóxicos de sus células.

En los niños pequeños las crisis de desintoxicación (catarros, anginas…) se acompañan frecuentemente de fiebre, el cuerpo del niño se muestra más sano y menos adulterado que el del adulto y reacciona con más fuerza ante el acumulo tóxico. Con la fiebre aumentan las reacciones curativas del organismo y el niño se recupera rápidamente, al día siguiente lo vemos jugando y corriendo en la calle.

Lo más indicado para evitar un aumento excesivo de la temperatura del cuerpo, es ayunar, no comer nada, guardar cama y no abrigarse en exceso. Es un error abrigarse mucho con el fin de aumentar el sudor, especialmente contraindicado en los niños.

Todos sabemos que el ejercicio, el trabajo o una comida fuerte y abundante, aumentan la temperatura del cuerpo, llegando incluso a provocar el sudor, y por ello son las tres formas mejores de aumentar la fiebre.

EL DOLOR es otro de los síntomas más frecuentes en las crisis de desintoxicación y nos indica que algo se mueve en nuestro organismo. Nos dice que dicha zona o todo el organismo necesitan descanso.

El dolor, aunque nos cueste creerlo, indica curación, la herida que cicatriza duele y molesta. Debemos aguantar lo más posible el dolor y aplicar calor en forma de bolsas o baños de agua caliente cuando sea muy fuerte. Otros procedimientos para aliviar el dolor fuerte, pero que no están al alcance de todo el mundo, puede ser el magnetismo o transmisión de energías, la sugestión (hipnosis), en incluso la acupuntura.



  1. COMO APARECE LA ENFERMEDAD CRÓNICA. 

Mientras se continúa con la misma forma de vida la enfermedad continúa Aparece la enfermedad crónica.



Cuando el organismo no tiene una energía vital suficiente para provocar las crisis de desintoxicación o las cortamos con MEDICAMENTOS o cualquier otro método o “remedio curativo” (ej. leche caliente con miel y coñac), las toxinas no pueden ser eliminadas.

En apariencia la enfermedad se ha curado, pero esto no es cierto ya que el agotamiento y las sustancias tóxicas y de desecho no han sido eliminados. El cuerpo se ve obligado a arrinconarlas en alguna parte.

Si además la persona continúa con la misma forma de vida hay una acumulación progresiva de dichos elementos que con el paso del tiempo dan lugar a la llamada ENFERMEDAD CRÓNICA. En ella hay un fallo inicial del funcionamiento y posteriormente una degeneración progresiva de la estructura de los órganos y tejidos del cuerpo.

La “enfermedad crónica” manifiesta e indica la forma de vida errónea de la persona y continuará su avance progresivo mientras la persona no cambie y evite los errores que está cometiendo. La persona enferma ha roto el equilibrio con todo lo que le rodea y consigo misma. El tratamiento médico terapéutico puede ser solamente un intento de eliminar los síntomas y mientras tanto, al permanecer las mismas causas de enfermedad, ésta continúa.

Tapamos, echamos una manta encima de la enfermedad y creemos que ha desaparecido solamente porque no la vemos. Es como si cerráramos las puertas, las ventanas y las persianas, para no ver el fuego del incendio provocado en el interior de nuestra casa. Saltándose la ley de causa y efecto, se intenta eliminar la enfermedad sin evitar sus verdaderas causas y por ello no se cura la enfermedad sino que, y con ello no siempre, se anulan temporalmente los síntomas.

La enfermedad crónica es un estado de debilidad continua en el que el cuerpo se ha adaptado y ha aprendido a tolerar las toxinas a cambio de una pérdida de su vitalidad y donde falta fuerza para dar lugar a una eliminación aguda o “crisis de desintoxicación”. El organismo aprende a tolerar las toxinas del mismo modo que tolera el alcohol, el tabaco, el café o los medicamentos, cuando la persona se acostumbra a ellos. El cuerpo no siente nada al ingerirlos pero su acumulación progresiva da lugar a la degeneración y destrucción celular.

La persona sana nota más síntomas con la ingestión de alcohol, tabaco, café…su cuerpo es mucho más sensible e intenta rechazar y eliminar las toxinas provocando: náuseas, vómitos, tos, mareos…El cuerpo enfermo y acostumbrado a la continua utilización de estos tóxicos no opone barrera en principio al ingerirlos, no nota síntomas, pero las toxinas se acumulan dentro dando lugar a la posterior intoxicación y produciendo la enfermedad.

La persona sana es como un río cristalino, en el que al echar una sola gota de tinta vemos fácilmente su recorrido. Su cuerpo nota rápidamente la intoxicación y reacciona contra ella. El enfermo es semejante a un río contaminado, por ejemplo la ría de Bilbao, aunque echemos en él un barril de petróleo no se ve la porquería, el enfermo no nota el acumulo tóxico en sus células y por ello no lo rechaza.

El tratamiento médico de las crisis agudas: catarros, anginas, bronquitis, vómitos, diarreas, fiebre…, facilita la aparición de enfermedades crónicas o degenerativas: bronquitis crónica, asma, enfermedades reumáticas, diabetes, cáncer…Impedimos con ello la acción de las válvulas de eliminación o crisis agudas.

Si el cuerpo produce vómitos para eliminar las sustancias irritantes del estómago, ¿por qué tratarlos?, si el cuerpo produce diarrea para eliminar la sucia materia enferma de los intestinos, ¿por qué eliminarla? Si la persona al comenzar a fumar, tose y se marea ¿por qué seguir haciéndolo? Al actuar de ese modo los tóxicos y las sustancias de desecho se acumulan en el interior y ocasionan con el paso del tiempo la enfermedad crónica.

Si mediante las crisis agudas no permitimos que el cuerpo elimine las sustancias perjudiciales, se abre paso a la enfermedad crónica, y luego a la enfermedad degenerativa y de destrucción de órganos.

Incluso la enfermedad crónica se desarrolla con crisis o “recaídas” temporales, siendo agudizaciones del mismo proceso, frecuentemente son repetidos intentos de curación, de dar marcha atrás y mejorar la situación de la enfermedad, aunque temporalmente aumenten las molestias.

La enfermedad no es una equivocación o un fallo del funcionamiento del cuerpo, es una acción correcta de todo el organismo vivo en un intento de mantener la vida. La llamada enfermedad es un “proceso de desintoxicación” en el caso de la ENFERMEDAD AGUDA, o indica los “cambios que ocurren en el cuerpo” al tener que adaptarse a una forma de vida antinatural y errónea, cosa que ocurre en la ENFERMEDAD CRÓNICA.



La edad, el clima, la herencia, los microbios.



La enfermedad no es debida al “ataque” de los microbios, ni es consecuencia de la edad, la herencia, el clima, la mala suerte, el Dios lo ha querido; aunque también es cierto que algunos de estos factores pueden intervenir frecuentemente, desencadenando o modificando la crisis.

La EDAD predispone a que la enfermedad se manifieste de una forma característica. A cada etapa le corresponde unas enfermedades típicas, conociéndose las enfermedades de la infancia, de la adolescencia, del adulto y del anciano. El CLIMA facilita la aparición de ciertas enfermedades correspondientes (ej. el clima húmedo favorece que el desequilibrio y la enfermedad se manifiesten en forma de trastornos del aparato respiratorio y como molestias reumáticas).

La HERENCIA favorece también la aparición de unos síntomas localizados y determinados de la enfermedad. Cuando una persona, cuyos padres son diabéticos sobrecarga su cuerpo y no respeta las leyes de la vida, el desequilibrio o enfermedad se localiza más fácilmente con los síntomas de la diabetes. Normalmente se hereda la predisposición y rara vez la enfermedad. Si sobrecargamos nuestro cuerpo con una forma de vida antinatural el desequilibrio aparece en la zona predispuesta.

Los MICROBIOS no aparecen más que sobre un “terreno favorable” a su crecimiento, en el cuerpo de la persona ya enferma. Primeramente hay un desequilibrio, agotamiento, intoxicación y luego aparece el microbio. Los microbios (gérmenes) no “germinan” en nuestros cuerpos si no tienen las condiciones adecuadas para hacerlo, del mismo modo que una semilla no puede germinar si no encuentra las condiciones adecuadas: tierra fértil, agua, abono…

Estos factores favorecen la aparición de algunas enfermedades o síntomas característicos pero no son las causas iniciales, actuando desfavorablemente en la persona ya agotada o intoxicada. Primero es la enfermedad y luego influyen sobre ella, la edad, el clima, el frío, los microbios. La mala suerte y el dios castigador se abstienen.

No tenemos una peor suerte que los demás, todo en la naturaleza tiene un por qué, todo efecto tiene una causa que le precede, lo que vivimos aquí y ahora es consecuencia de nuestro vivir anterior y lo que nos parece malo es bueno.



5-LOS SÍNTOMAS DE LA ENFERMEDAD.



Los síntomas de la enfermedad pueden ser de dos clases, unos son el resultado del esfuerzo des cuerpo para eliminar las toxinas que ponen en peligro la vida, y otros son consecuencia de los efectos destructivos de las toxinas sobre el cuerpo.

Si los síntomas de la enfermedad nos resultan desagradables es para que nos demos cuenta de que vivimos erróneamente y hagamos un replanteamiento de nuestra forma de vivir. De igual modo nos molestan para que no nos guste estar enfermos y nos veamos obligados a buscar la salida con nuestro propio esfuerzo.

Con los medicamentos podemos eliminar los síntomas pero no las causas de enfermedad, pues éstas seguirán actuando a menos que se produzca un cambio en la forma de vida, buscando la salud y el equilibrio. No nos damos cuenta que el poder de curación es una cualidad del organismo vivo, de todo ser vivo, y que la curación es un proceso biológico normal y no un arte terapéutico en manos de un médico.



Los síntomas de la desintoxicación aguda y crónica.



Además de la inflamación, la fiebre y el dolor, vistos en otro capítulo, estudiamos ahora los síntomas característicos de las crisis de desintoxicación y de la desintoxicación crónica.

Los síntomas de las crisis de desintoxicación y de las enfermedades crónicas. Son semejantes, sólo varían en su intensidad y en la duración en el tiempo.

Síntomas de eliminación. Estos síntomas indican un aumento de la expulsión de las sustancias de desecho y tóxicas:

-En los riñones hay una eliminación de orina oscura y olorosa, acompañada a veces de arenilla o moco.

-En los pulmones hay una eliminación de flemas, moco, aliento cargado o con olor dulzón a acetona…

-En el aparato digestivo puede aparecer una inflamación de las encías, boca seca, labios secos, lengua pastosa y coloreada, saliva con gusto a tabaco, sal o medicamentos; vómitos, diarreas, gases…

-En los genitales puede ocurrir la aparición de flujo vaginal, alteraciones de la menstruación (regla más oscura de lo normal, eliminación de coágulos, adelantos y retrasos en el tiempo), gases vaginales…

-En la piel puede haber aumento de la sudoración o al contrario la aparición de piel seca, aumento de la grasa, granos, sarpullidos, descamación, formación de seborrea y caspa en el pelo…

-En los ojos puede haber una eliminación que dé lugar a una conjuntivitis y en los oídos a una otitis.

Otros síntomas. Las crisis de desintoxicación o la desintoxicación crónica se acompañan normalmente de otros síntomas más o menos molestos:

-Molestias digestivas: náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, “tristeza” en la boca del estómago…

-Alteraciones respiratorias: tos, dificultad respiratoria…

-Molestias al orinar: frecuentes ganas de orinar y dolor y escozor al hacerlo…

-Cansancio, debilidad general, dolores de cabeza, mareos…

-Dolores musculares o articulares…

-Cambios de carácter: nerviosismo, ansiedad, depresión, intranquilidad, apatía, excesiva sensibilidad, insomnio…

Síntomas de la interiorización de la energía. Cuando estamos enfermos el cuerpo acelera el proceso de desintoxicación. El organismo aumenta el trabajo de recuperación interiorizando sus fuerzas, restándolas de otras funciones no tan necesarias en este momento. Debido a ello podemos notar: debilidad, fatiga, decaimiento, piel seca, caída del cabello, falta de apetencia sexual, desaparición de la menstruación…Esta inversión de fuerzas es pasajera y desaparecerá en cuanto descansemos. (Ver el capítulo del reparto de la energía en el organismo).

La pérdida de peso. Durante la desintoxicación el cuerpo se dedica a renovar los órganos, elimina las sustancias tóxicas acumuladas, y para ello va “dirigiendo” sus tejidos. Esto junto con la eliminación del agua retenida para diluir las sustancias tóxicas, da lugar a una disminución de peso.

Hay que tener en cuenta que el peso ideal varía mucho en relación con el sexo (a igual altura la mujer pesa menos que el hombre), la constitución, el armazón óseo y el desarrollo muscular. De todas formas la mejor manera de determinar el peso ideal es comenzar una alimentación sana, con ella nuestro cuerpo irá perdiendo los kilos que le sobran, tendiendo así hacia su peso ideal.

Es importante estar al tanto de dicho proceso y no alarmarse ante la pérdida de peso. Tras la crisis de desintoxicación, una comida adecuada y cierto trabajo muscular nos ayudarán a recuperar nuestro peso ideal. Deberemos tener siempre en cuenta que durante el proceso de la disminución de peso no hay pérdida de un solo gramo de sustancia o tejido vital para el organismo, el cuerpo elimina lo que le sobra y le supone sobrecarga.



6. RENOVAR EL CUERPO – LA ENFERMEDAD ES UNA Y CAMBIA CON LA FORMA DE VIDA.



Para curar nuestro cuerpo hay que renovarlo con materiales de buena calidad. Los factores de salud.

La persona que construye una casa utiliza ciertos materiales: madera, clavos, ladrillos, cemento…Con el paso del tiempo y el uso o mal uso de la casa se van alterando algunas partes. En la reparación de las zonas rotas y en mal estado se usan los mismos elementos que se usaron anteriormente en su construcción: maderas, clavos, ladrillos…

Nuestro organismo vivo se construye y renueva o se cura constantemente mediante: los alimentos, el agua, el aire, el sol, el ejercicio, el reposo, el equilibrio mental, el ambiente tranquilo y positivo…; si dichos elementos empleados son de buena calidad no hará falta “repararlo”, sin nosotros notarlo habrá una renovación continuada, suave y progresiva. En cambio si son de mala calidad (alimentación excesiva y no adecuada, ingesta de sustancias tóxicas: alcohol, tabaco…, falta de sol y vida sedentaria, desequilibrio psíquico…), fallará la estructura y el funcionamiento del cuerpo y de la mente, apareciendo la enfermedad crónica.

Si queremos curar la enfermedad necesitamos reconstruir nuestro organismo con nuevos materiales, pero de la mejor calidad: alimentación sana, aire y agua puros, sol, ejercicio, reposo, equilibrio mental y emocional, ambiente relajado…todo ello hará que se encuentre fuerte y resistente.

El conjunto de estos elementos es lo que conocemos como los FACTORES DE SALUD, materiales con los que ya desde un principio deberíamos haber construido y mantenido nuestro cuerpo. Para la recuperación de la salud no se necesita ninguna sustancia extraña y menos aún unas sustancias tóxicas en forma de medicamentos. Una persona enferma que quier curarse debe utilizar los mismos factores que mantienen y favorecen la salud en las personas sanas. Si un medicamento es perjudicial para una persona sana de tal forma que le puede provocar molestias y trastornos, ¿cómo puede ser recomendable y beneficioso para un enfermo?

NO HAY MUCHAS ENFERMEDADES, la enfermedad es el agotamiento y la intoxicación que se manifiesta con síntomas diferentes.

El cuerpo es una UNIDAD en la que la enfermedad es el resultado de la falta de equilibrio y no podemos ni debemos intentar “curar” una parte sin la curación del todo. NO intentemos “tratar” el hígado, el estómago, los riñones, aislados de los demás órganos.

Frecuentemente al eliminar los síntomas de una zona, la enfermedad se manifiesta en otra diferente. Cambian los síntomas y su localización siendo la misma enfermedad. Son los conceptos de UNIDAD DEL CUERPO Y DE LA ENFERMEDAD. El cuerpo es uno y la enfermedad es la misma (agotamiento, desequilibrio energético, intoxicación) aunque los síntomas y la localización pueden variar con el paso del tiempo y los tratamientos médicos.

En este cambio de localización de la enfermedad reaparece con los síntomas característicos de los órganos nuevamente afectados. Cuando alcanza el aparato respiratorio se acompañará inevitablemente de: tos, eliminación de flemas, dificultad respiratoria…y si afecta al aparato digestivo: náuseas, vómitos, diarrea. Si lo hace al aparato urinario: escozor o dolor al orinar, dolor en la zona, orina muy oscura y olorosa. En cualquier caso es la misma enfermedad.



La enfermedad cambia con la forma de vida.



La enfermedad y los síntomas que la acompañan están en relación con la manera de vivir de cada época y de cada grupo viviente. Las enfermedades que asolaban regiones o países enteros de Europa durante la edad media: la peste, el tifus, la fiebre amarilla, el cólera…fueron disminuyendo hasta desaparecer total o casi totalmente, sin que intervinieran para nada los tratamientos médicos. La falta de higiene, la mala y escasa alimentación, la falta de agua viva en las ciudades, la ausencia de alcantarillado, la situación social, las guerras continuas, los tratamientos médicos con venenos fuertes…, daban origen a estas enfermedades que lentamente fueron desapareciendo conforme fue cambiando la forma de vida.

Las condiciones y hábitos de la vida moderna favorecen la aparición de otras clases de enfermedades y “epidemias”, las llamadas enfermedades de la civilización o del consumo. La mala y excesiva alimentación, el consumo de sustancias tóxicas (café, alcohol, tabaco…), la contaminación, la falta de ejercicio y la vida sedentaria, la falta de contacto con la naturaleza, las tensiones de la vida moderna…, dan lugar a la aparición del cáncer, reuma, diabetes, gota, arterioesclerosis, infarto…(enfermedades de la sociedad de consumo).

Como vemos el avance de la medicina no ha influido en este proceso para nada. Las enfermedades han ido cambiando con arreglo a las diferentes formas de vida. Si influye, en cambio, la higiene, la cultura, el agua potable…

Los ciclos en la evolución de la tierra, de la naturaleza y de todo el universo favorecen también que en ciertas épocas predominen un tipo de enfermedades características. Hay ciertos ciclos en la naturaleza que nos son conocidos, sabemos que en el verano predominan las enfermedades del aparato digestivo (vómitos, diarreas, colitis) mientras que en el invierno predominan las enfermedades respiratorias (catarro, bronquitis, gripe). Las úlceras de estómago y duodeno causan más molestias y trastornos en primavera y otoño. La fiebre aumenta al atardecer del día y las crisis asmáticas ocurren normalmente por la noche, en primavera aumentan las crisis alérgicas y con la luna llena son más frecuentes los problemas mentales y los partos.

La época o ciclo evolutivo de la tierra, al margen de un factor primordial come es la forma de vida, predispone a que el abuso del cuerpo y el poco respeto a las leyes de la vida se manifiesten en una forma de enfermedad o en otra diferente, según el momento.

Debemos caminar hacia una ciencia de la salud, hacia el estudio y el conocimiento de ese gran olvidado, nuestro organismo (cuerpo y mente) del que sólo nos acordamos cuando nos molesta. Tenemos que reaprender a comer, a respirar, a movernos, a tomar el sol, a sentir, a pensar, a dar, a relacionarnos con la naturaleza y las demás personas…, necesitamos volver a vivir. Dejemos que quien lo vea así pueda quemar su vida en cuatro días ya que tarde o temprano el sufrimiento le va indicar el error cometido e incluso le va a ayudar, si está abierto, a darse cuenta de que hay un nuevo camino más verdadero y sabio.

Sin necesidad de estudiar a fondo la enfermedad y los cientos de formas de tratarlas, estudiemos la salud y la forma de conseguirla, respetando las leyes de la vida y las leyes naturales y para ello no es necesario volver al tiempo de las cavernas, sino todo lo contrario. Queramos o no somos parte de la naturaleza y si rompemos nuestro equilibrio con ella, aparece la desarmonía y la enfermedad.



Si quieres saber más, lee el siguiente libro: La enfermedad, qué y para qué. A tu salud. (De Karmelo Bizcarra).



¿De qué manera cae enfermo el organismo?



Como ya hemos dicho los desperdicios metabólicos y las toxinas son de naturaleza ácida, pero hay mecanismos para tener controlado el ph. Sin embargo, cuando el organismo se acidifica se puede caer enfermo de tres maneras diferentes.

La primera es el ensuciamiento del organismo. Cuando los órganos, tejidos y células están llenos y sobrecargados de toxinas, no hay, porque se dificulta, el intercambio celular, la nutrición y la excreción. Es decir, las células necesitan nutrientes transportados por la sangre y necesitan echar sus desperdicios metabólicos fuera pero si están sobrecargadas y su membrana tupida no puede asimilar los nutrientes - o tendrá una capacidad muy limitada- ni expulsar hacia la linfa los desperdicios, y si aún es capaz de expulsar parte de ellos quedarán estancados en el espacio y líquido intersticial y en la linfa, ya que no existe fluidez al estar éstos también sobrecargados.

En realidad el mecanismo de esto es mucho más complejo, pero aquí os expongo una pequeñita pincelada para que os podáis hacer una ligera idea.

La segunda se encuentra ligada a la actividad de los enzimas. Estos son los “pequeños obreros” en el origen de todas las transformaciones bioquímicas que tienen lugar en el cuerpo, y de los que depende el buen funcionamiento de los órganos. Ahora bien, los enzimas no pueden trabajar correctamente más que en un entorno de ph bien definido (ligeramente alcalino, de 7,35 a 7,45). Caso contrario, su actividad se ve perturbada o incluso interrumpida por entero. Cuando solo se produce una ralentización, aparecen enfermedades; en caso de interrupción, el cuerpo ya no puede seguir funcionando y muere. Sin llegar a tan extremo estadio, diferentes trastornos se instalan a medida que un número cada vez mayor de enzimas se ven perturbados en su actividad por la acidificación del organismo.

La tercera manera de caer enfermo se debe a la agresividad de los ácidos presentes en exceso en los tejidos. En efecto, antes de ser neutralizados por las bases, irritan los órganos con los que se hallan en contacto. Resultan de ello inflamaciones, muy dolorosas a veces, pero también lesiones o esclerosis de los tejidos. Ello concierne ante todo a los órganos encargados de eliminar los ácidos fuertes, como son la piel y los riñones. Una gran parte de los eczemas, urticarias, pruritos y eczemas de la piel se deben a la irritación causada por la acidez excesiva del sudor. Los lugares más atacados son, evidentemente, aquellos donde el sudor se estanca: bajo las axilas, bajo las rodillas, bajo la correa del reloj o, en el caso de los bebés, bajo los pañales (eritema de los lactantes). Cuando es la orina la que se encuentra demasiado cargada de ácidos, las micciones son dolorosas, las vías urinarias “arden”, se inflaman con rapidez (uretritis) o se infectan (cistitis).

Invisible a nuestros ojos, pero pudiendo ser experimentada muy claramente por las personas afectadas, la agresión de los ácidos provoca dolores articulares (artritis), de los nervios (neuritis) y de los intestinos (enteritis, colitis, quemaduras anales).

Habiendo quedado frágiles los tejidos por causa de la acidez, una infección microbiana o viral puede fácilmente sobre-añadirse a los trastornos ya mencionados, dado que las lesiones de las mucosas (respiratorias, por ejemplo), permite a los microbios penetrar fácilmente en los tejidos y multiplicarse en ellos. Tanto más cuanto que el sistema inmunitario puede, él mismo, hallarse disminuido por la acción de los ácidos.

La cuarta causa de padecimiento por la acción de los ácidos se debe al hecho de que toda persona que se acidifica se desmineraliza inevitablemente, ya que el cuerpo debe ceder los minerales básicos para neutralizar los ácidos. La desmineralización puede ser importante y afectar a cualquier órgano, pues los minerales básicos (calcio, magnesio, sodio, potasio, manganeso, hierro…) se encuentran en todos los tejidos y son extraídos para tamponar  el exceso de ácidos.

Lo            INTRODUCCIÓN A LA HIGIENE VITAL.



1.      LA ENERGÍA VITAL Y EL AGOTAMIENTO.



La energía que mantiene la vida. La energía vital.



La naturaleza es un conjunto vivo, un “ser” vivo en el que todos sus elementos están relacionados entre sí: la tierra, el agua, el aire, el sol, los vegetales, los animales, el hombre…y cada uno de ellos mantiene el equilibrio con los restantes. Son partes integrantes de esa Naturaleza. Cuando el ser humano se encuentra en equilibrio con todo lo que le rodea y consigo mismo vive en salud, y cuando dicho equilibrio se rompe, tanto hacia fuera como hacia dentro, aparecen los diferentes grados de “enfermedad” o desequilibrio. La enfermedad no existe más que como un estado de menor salud, y para conseguir la salud es necesario la búsqueda de ese equilibrio en base al respeto de las leyes naturales y de las leyes universales.

El organismo humano y cada una de sus células viven gracias a la ENERGÍA VITAL conseguida por la digestión y asimilación de los alimentos, la respiración, el contacto con el sol, el agua, con la Naturaleza y mediante la relación con las demás personas en el medio social, también a través de la consciencia en el vivir, el pensamiento positivo, el movimiento, el trabajo colectivo, el descanso, el sueño…Dicha ENERGÍA VITAL se manifiesta tanto en la salud como en la enfermedad. Si nos hacemos una herida o nos rompemos un hueso, trabaja para que la herida cicatrice y los dos fragmentos del hueso vuelvan a unirse. En la “enfermedad”, guiado instinto de conservación de nuestro cuerpo, la energía busca positivamente la salud, de tal forma que muchos de los síntomas que la acompañan indican claramente, como luego veremos, esta finalidad.

Tanto en la salud como en la enfermedad, nuestro cuerpo, como organismo vivo que es, tiene verdaderamente un gran poder de curación. Esta fuerza de auto curación es una parte del poder de regeneración de toda la naturaleza que a su vez es una manifestación y una cualidad de toda energía viva.

Hoy en día se admite que miles de remedios contra las enfermedades, desde la aspirina a la penicilina, la ducha fría, las infusiones o las intervenciones quirúrgicas y los partidarios de cada una de ellas dicen que ellos curan. Si todos estos diferentes y contradictorios remedios tienen capacidad de curación no es difícil ver que el verdadero poder curativo se encuentra en la fuerza interna de todo organismo vivo, en su poder de auto curación, a pesar de nuestro esfuerzo por olvidarlo.

La salud es el estado normal de todo ser vivo mientras tenga en cuenta y respete las leyes de la vida: cualquier desviación de esas leyes abre el paso a la enfermedad. Bajo condiciones de vida favorables o adecuadas y apartado de los factores que producen la enfermedad (las verdaderas causas de la enfermedad), nuestro cuerpo tiene poder de curarse a sí mismo y ninguna sustancia extraña a él, menos aún una sustancia tóxica como un medicamento puede hacerlo. El hombre sano es capaz de captar su propia energía de la Energía de la Naturaleza y del Universo. Canaliza las fuerzas del universo que pasan por él.

Mientras la persona lleve una vida sana, el aporte y el gasto de energía se encuentra en equilibrio, se obtiene y se gasta una cantidad semejante y frecuentemente el aporte energético es mayor, sobre todo en las formas más sutiles de energía, por ejemplo, en la energía mental o psíquica.



El agotamiento es la base de la enfermedad.



Hemos visto antes las distintas formas de conseguir energía. Al mismo tiempo, y debido a que la vida es un movimiento constante de fuerzas, nuestro cuerpo gasta energía en el trabajo físico, en el ejercicio, el metabolismo general, en mantener constantes el calor y la temperatura del cuerpo, en el trabajo mental, en el trabajo de eliminación de las sustancias de desecho, en la relación con los demás…

El problema surge cuando debido a nuestra forma de vida antinatural gastamos más de lo que captamos, derrochamos nuestras fuerzas y con el paso del tiempo las reservas de energía se van debilitando, apareciendo el agotamiento y la enfermedad.

Una forma de vida antinatural favorece el gasto o más bien el derroche de mucha energía, así como también el desequilibrio energético. El organismo necesita hacer frente y contrarrestar con mucha de su fuerza: una alimentación excesiva y de mala calidad, las sustancias tóxicas (café, alcohol, tabaco, otras drogas…), la contaminación de la tierra, del agua y del aire, las tensiones y desequilibrios emocionales y mentales, el excesivo e inadecuado trabajo, la represión social, las relaciones humanas egoístas basadas en el pequeño “yo” o ego como ombligo del Universo…

Del mismo modo que hay un derroche hay también un aporte insuficiente de energía: una alimentación basada en los alimentos refinados e industrializados, embutidos, conservas, sal, las carnes, los pescados; no aportan la misma vitalidad que la verdura, las raíces y las frutas frescas, los frutos secos, los cereales integrales, que durante los meses de maduración han captado la energía de la NATURALEZA: de la tierra, del agua, del aire y del sol. Más bien al contrario, los alimentos refinados e industrializados roban, en verdad, la energía propia del organismo.

Las frutas y las hortalizas, como alimentos vivos que son, captan la energía del sol, y bajo la acción de sus rayos ultravioleta combinan el gas carbónico (dióxido de carbono) del aire con el agua, con los minerales y demás elementos de la tierra, formando su propia estructura. Son una combinación de las fuerzas de los cuatro elementos: la tierra, el agua, el aire y el sol (fuego), son verdaderos concentrados de energía viva, “la quintaesencia” de la materia viva. Del mismo modo, el aire contaminado y la mal llamada “agua potable” de las ciudades no contienen la vitalidad del aire del campo y del agua almacenada en las frutas y verduras o proveniente de un cristalino manantial. La falta de ejercicio o de un trabajo creativo tampoco sirve de estímulo ni de aporte energético. No olvidemos que el ejercicio o el trabajo producen en un principio un gasto de energía pero que a su vez actúan como estímulos favorecedores del equilibrio de nuestro organismo y la recuperación de la salud. La vida es movimiento. La ausencia del pensamiento positivo y la falta de consciencia y de esperanza en la vida, el desequilibrio psíquico y emocional impiden que el ser humano se recargue con la suficiente energía mental para hacer frente a los problemas de la vida diaria.

Cuando obtenemos una insuficiente cantidad de energía y además la derrochamos en exceso a causa de diversos factores debilitantes, aparece el AGOTAMIENTO. El agotamiento es el punto central de la enfermedad y de hecho la mayoría de las enfermedades se manifiestan acompañadas de sus síntomas: cansancio, debilidad…



  1. ELIMINACIÓN DE LAS SUSTANCIAS DE DESECHO. LA INTOXICACIÓN.



Asimilación y eliminación.

En el mantenimiento de la vida, el organismo necesita alimentos que le aporten energía y éstos son principalmente los hidratos de carbono o glúcidos (almidones y azúcares) y las grasas. Los hidratos de carbono o glúcidos son la fuente primaria de energía, muchos de ellos se digieren de forma fácil y rápida. El aporte de mejor calidad está en los azúcares de la fruta y los almidones de las patatas, boniatos, castañas, raíces (zanahoria, remolacha, nabo…) y los cereales (pan integral o con el germen, arroz integral, maíz, mijo, trigo…).

Las grasas son una fuente secundaria de energía, pero constituyen el material ideal para el almacenamiento energético.

El organismo necesita también sustancias que formen tejidos nuevos y reparen las zonas desgastadas o enfermas para ello están las proteínas contenidas en los alimentos.

De hecho, a los hidratos de carbono y las grasas se les llama ALIMENTOS ENERGÉTICOS y a las proteínas PLÁSTICOS.

Para llevar a cabo todos los procesos del organismo se necesita también la intervención del agua, las vitaminas, los minerales, las enzimas…contenidos en los alimentos vivos; también del oxígeno que respiramos, del estímulo del sol, y de otros factores: ejercicio, trabajo creativo, contacto con la naturaleza, equilibrio psíquico…Al conjunto de todas estas reacciones de le denomina METABOLISMO.

En el metabolismo normal, en los procesos energéticos, en el mantenimiento de la temperatura constante del organismo, en el crecimiento y regeneración de los tejidos utilizados, se forman cierta cantidad de sustancias de desecho (gas carbónico o dióxido de carbono, urea, ácido úrico, ácido láctico, creatinina…), sustancias que necesariamente deben ser eliminadas.

Estos productos de desecho, formados en el interior de la célula, pasan en principio a la sangre y de ahí a los órganos normalmente encargados de eliminarlos: LOS ÓRGANOS DE ELIMINACIÓN.

Estos órganos de eliminación son: LOS RIÑONES (que expulsan las sustancias de desecho y las toxinas por la orina), el APARATO DIGESTIVO (que lo hace por la mucosa digestiva o piel interna que recubre a los órganos huecos, la bilis y las heces), el PULMÓN (por el aliento), LA PIEL (por el sudor).

En la mujer hay una eliminación por LA MENSTRUACIÓN y por LAS MAMAS en la mujer lactante. En consecuencia y debido a ello la mujer lactante tiene que tener cuidado en no consumir: café, alcohol, tabaco, medicamentos, otros alimentos tóxicos, ya que estas sustancias aparecen en la leche, intoxicando al niño.



INTOXICACIÓN O TOXEMIA (Exceso de aporte tóxico y disminución de su eliminación).



Cuando una persona lleva una forma de vida sana, en su cuerpo se originan una pequeña cantidad de sustancias de desecho que se eliminan con facilidad. Pero si la forma de vida es la conocida como `” normal”, a estas sustancias de desecho hay que añadir las sustancias tóxicas que provienen del exterior, más las sustancias originadas por la intoxicación intestinal, como veremos más adelante, lo que supone un trabajo extra para los órganos de eliminación.



Por la nutrición y la respiración le llegan a las células las sustancias nutritivas y el oxígeno. El oxígeno se combina con estas sustancias y tiene lugar una “combustión” de donde se desprende energía. De esas reacciones químicas se forman sustancias de desecho que deben ser eliminadas. Si los órganos encargados de la eliminación no cumplen su trabajo a consecuencia del agotamiento y del desequilibrio energético, se acumulan toxinas dando lugar a la intoxicación. Agotamiento e intoxicación son la base de la enfermedad.



Llegado un momento, la sobrecarga tóxica es tan grande que los órganos de eliminación no dan abasto en el cumplimiento de su trabajo y las sustancias tóxicas se acumulan en el interior del organismo. Debido también al agotamiento energético, anteriormente visto, no hay energía suficiente para que estos órganos cumplan correctamente su trabajo.

Por una causa o por otra, y normalmente por las dos (sobrecarga tóxica y agotamiento energético), tiene lugar una acumulación progresiva de sustancias tóxicas, dando lugar a la INTOXICACIÓN O TOXEMIA origen de cualquier enfermedad.



FORMAS DE INTOXICACIÓN.



Hacemos una pequeña clasificación de las formas de intoxicación según su origen:



Intoxicación interna o autotoxemia. En el metabolismo o funcionamiento normal del organismo se forman sustancias de desecho que si no pueden ser eliminadas se acumulan en el interior del cuerpo (urea, ácido úrico, ácido láctico, dióxido de carbono, creatinina…). Estas sustancias se producen incluso llevando una forma de vida sana, aunque se generan en muchísima mayor cantidad llevando una vida “normal”.

Igualmente, en los procesos de destrucción o degeneración de alguno o más órganos se forman sustancias tóxicas: necrosis de algún tejido por falta de aporte sanguíneo y de oxígeno, tumores malignos que degeneran…



Intoxicación intestinal. Es la intoxicación causada por la fermentación de los alimentos y la formación de sustancias tóxicas a la que dan lugar. Su origen es múltiple: consumo de alimentos no adecuados a la fisiología del ser humano; comer en exceso, sin hambre, deprisa, muy cocinados, con muchas mezclas (incompatibilidades)…



Intoxicación externa. Es el acumulo de tóxicos provenientes del exterior, son sustancias extrañas a la composición normal del organismo: contaminantes del aire y del agua (agua clorada); tóxicos como el café, alcohol, tabaco, otras drogas, medicinas, vacunas…Alimentos tolerados por el organismo, pero no recomendables: carnes, pescados, alimentos refinados, sal, vinagre, alimentos industrializados ricos en conservantes, colorantes, aromas y otros aditivos. Contaminación por las radiaciones eléctricas, rayos X, televisión, centrales nucleares, gammagrafías…Estos últimos elementos actúan volviendo tóxicas las sustancias propias del organismo. Insecticidas, pesticidas, herbicidas y abonos químicos utilizados en la agricultura (contaminación de la tierra), etc., etc…



Intoxicación mental y emocional. Esta intoxicación está originada por las sustancias tóxicas generadas por las tensiones nerviosas, preocupaciones, miedos, soledad, frustraciones, pensamientos erróneos, emociones mal canalizadas, celos, envidias, mentiras, excesivo trabajo intelectual…

Hay una forma sutil de contaminación del pensamiento favorecida por los medios de comunicación y las personas influyentes. Juegan un papel en esta forma de contaminación de la propaganda consumista de los medios de (in)comunicación de masas y en especial la de la TV que tanto daño hace a las personas, y en especial a los niños.

La intoxicación mental y emocional provoca igualmente unos bloqueos energéticos que se acompañan de tensiones musculares y de la disminución de la respiración profunda y relajada, dando lugar a una disminución de la captación de la energía y su libre circulación por el organismo, con lo que se favorece el AGOTAMIENTO.



3. LAS CRISIS DE DESINTOXICACIÓN-EL REPARTO DE LA ENERGÍA EN LOS TRES GRANDES SISTEMAS DE NUESTRO ORGANISMO.



Las crisis curativas de desintoxicación.



Si las toxinas se acumulan en una cantidad excesiva las células se ven obligadas a vivir en un medio tóxico, degeneran y mueren.

Cuando la acumulación de sustancias tóxicas supera un máximo tolerable (el nivel de tolerancia), el organismo provoca lo que llamamos LA CRISIS DE DESINTOXICACIÓN, con el fin de reducir o evitar la intoxicación o toxemia y el posterior mal funcionamiento, degeneración y muerte de las células. Dichas crisis son lo que en la medicina oficial se conocen como enfermedades agudas o de corta duración (anginas, catarros, bronquitis aguda, tos, vómitos, diarreas, “infecciones” urinarias…).

Este trabajo extra de desintoxicación se lleva a cabo por los llamados ÓRGANOS RELEVO DE ELIMINACIÓN, ayudando así a los órganos que habitualmente efectúan esta función, vistos anteriormente (riñones, aparato digestivo, pulmón y piel). De esta forma se elimina el exceso de sustancias tóxicas.

En las crisis de desintoxicación puede haber una eliminación a través de las mucosas del APARATO RESPIRATORIO en forma de: catarro, tos, gripe, bronquitis…; del APARATO DIGESTIVO en forma de: vómitos, diarrea, boca; del APARATO UROGENITAL: “catarro” de vejiga, “infección” de orina, flujo vaginal en la mujer; de la PIEL, como urticaria, granos, forúnculos, abscesos, aumento de la sudoración…; de la conjuntiva del OJO, apareciendo la conjuntivitis; por el conducto AUDITIVO, dando la otitis.

Igualmente hay una neutralización y eliminación de los tóxicos por el TEJIDO LINFÁTICO que aumenta su trabajo y también el tamaño de sus elementos (anginas, vegetaciones, ganglios inflamados, apendicitis…).

Estas crisis no son verdaderas “enfermedades” sino diferentes formas de eliminación de las sustancias almacenadas que producen la intoxicación orgánica. Son verdaderas crisis curativas, válvulas de eliminación de toxinas, que no debemos intentar combatir con ninguna clase de remedio terapéutico porque en realidad “nos limpian”. No intentemos “curar” el catarro porque es el mismo catarro quien nos cura.

Si tratamos el catarro evitamos la desintoxicación del organismo, pues la mayoría de sus síntomas (mocos, flemas, boca seca, orina oscura, sudor, fiebre…), son diferentes formas de desintoxicación y eliminación y otros síntomas como el malestar general, la sensación de cabeza embotada, el aumento de sensibilidad a los ruidos y luces fuertes, los dolores de cabeza…nos avisan de la necesidad de descanso físico y psíquico.



Reparto de la energía en el organismo.



La energía vital del organismo se reparte en los tres grandes sistemas: NUTRICIÓN, ELIMINACIÓN Y RELACIÓN. También se necesita la energía para el crecimiento y la reproducción.

El SISTEMA DE NUTRICIÓN, necesita energía para la digestión y asimilación de los alimentos. Tendremos en cuenta que en dicho proceso no interviene solamente el aparato digestivo, el estómago y el intestino, ya que el último proceso de asimilación se lleva a cabo en el interior de cada una de las células. Todas y cada una de las células del organismo interviene en el trabajo de asimilación de las sustancias nutritivas.

Forma también parte de este sistema la respiración, mediante la cual nos alimentamos del oxígeno y de la energía del aire, y la circulación sanguínea que aporta las sustancias nutritivas y el oxígeno necesario para las células.

No nos olvidemos tampoco del aporte nutritivo que recibimos del sol y del contacto con la naturaleza.

El SISTEMA DE RELACIÓN, es el conjunto de los órganos y tejidos encargados de ponernos en contacto con el mundo exterior y con los demás seres humanos y está dirigido en gran parte por la voluntad consciente.

Cuando nos movemos, hacemos ejercicio, pensamos, sentimos, nos comunicamos, realizamos un trabajo intelectual, manual o físico, nuestro organismo lleva gran parte de su energía vital hacia la función de relación y sus órganos: músculos y huesos, cerebro, sistema nervioso, los órganos de los sentidos y del lenguaje.

El tercer gran sistema que necesita un aporte de energía vital es el SISTEMA DE ELIMINACIÓN, formado por los órganos que hemos visto anteriormente, los órganos de eliminación: riñones, pulmones, aparato digestivo y piel. La función de eliminación es una actividad fundamental para el mantenimiento de una buena salud. El cuerpo humano no está sano si sus células mantienen gran cantidad de sustancias de desecho y toxinas.

Tanto para el sistema de nutrición como para el de eliminación es necesario el buen funcionamiento del sistema circulatorio (arterias, venas…).

A la par del trabajo de eliminación se efectúa el de REPARACIÓN (regeneración) de las zonas afectadas por la intoxicación y la falta de energía.



A-Centralización de la energía en el sistema de nutrición.



La persona que come en exceso, que consume alimentos no adecuados: refinados, industrializados o de origen animal, bebe el agua “potable” de las ciudades, respira el aire contaminado por los humos, bebe alcohol, fuma…derrocha mucha energía en el sistema de nutrición, necesaria para contrarrestar estas sustancias nocivas. Cuando la energía se desvía hacia la nutrición hay menos para cumplir las funciones de eliminación y relación.

Un ejemplo de todos conocido es la forma como la energía y la sangre se centran en en el sistema digestivo, en el abdomen, tras una copiosa y excesiva comida. En este momento la energía se retira del sistema de relación y nos encontramos sin ganas de movernos ni de pensar, con adormecimiento o ganas de dormir, o sin querer hablar. Una parte del cuerpo (músculos, huesos, sistema del lenguaje, sentidos) y el cerebro, ceden su fuerza para que ella se concentre en el aparato digestivo.

Del mismo modo el sistema de eliminación cede su energía para que ella se canalice también hacia el abdomen. Debido a esto muchos de los síntomas de eliminación, los trastornos y las molestias pueden ceder momentánea o temporalmente tras una comida abundante y de difícil digestión. Nos equivocamos si pensamos que la persona enferma debe comer mucho.



B-Centralización de la energía en el sistema de relación.



Cuando la persona trabaja en exceso y tiene una ocupación no grata, sufre muchas preocupaciones y tensiones nerviosas, vive en la ciudad rodeada de ruidos y luces artificiales, pasa muchas horas muertas delante de la televisión, mantiene de forma continua pensamientos negativos…La energía vital asume ese gasto extra, pero alcanzando cierto nivel deberá “robar” energía de los sistemas de eliminación y nutrición. Debido a ello se ven frenadas estas dos últimas funciones y se favorece la aparición de intoxicación o toxemia y de la enfermedad.

Un ejemplo extremo de una gran centralización de la energía en el sistema de relación, a cambio de dejar con poca fuerza al sistema de eliminación y en especial al sistema nutritivo, ocurre cuando estamos comiendo o recién comidos y nos dan una mala noticia, un susto…, en ese momento la energía se retira bruscamente del sistema de nutrición dando lugar a un corte de digestión y con frecuencia se acompaña de náuseas, vómitos o diarreas que tienen la finalidad de liberar al aparato digestivo de los elementos nutritivos ingeridos.



C-Centralización de la energía en el sistema de eliminación en las crisis de desintoxicación o durante la enfermedad crónica.



Durante la crisis de desintoxicación la energía vital des organismo se concentra en el sistema de eliminación para que las sustancias tóxicas puedan ser expulsadas. En consecuencia, y durante dichas crisis hay una falta de energía en los sistemas de nutrición y de relación.

La falta de energía en el sistema de nutrición que acompaña frecuentemente a las crisis desintoxicativas, produce aparición de ciertos síntomas como son: la falta de apetito, estreñimiento, diarrea…

Esta situación es frecuente en los niños ya que su instinto está menos degenerado que el de las personas adultas y en consecuencia pierden rápidamente el apetito ante la enfermedad.

Casi la totalidad de energía trabaja en la eliminación, y el aparato digestivo ha cedido la mayor parte de sus fuerzas para que los órganos de eliminación cumplan de la mejor manera posible su trabajo.

La falta de energía en el sistema de relación explica: la aparición de fatiga, cansancio, mareos, piernas frías (debido al descenso de las energía muscular y nerviosa); la cabeza embotada y las pocas ganas de pensar (disminución de la energía mental). La persona está emocionalmente más sensible y pide muchos cuidados y mimos; explica también el aumento de la sensibilidad y las molestias ocasionadas por los ruidos y las luces fuertes (descenso de la energía de los órganos de los sentidos) y la sensación de frío general.

En la enfermedad crónica la energía se concentra también en mayor o menor grado en el sistema de eliminación apareciendo los mismos síntomas, aunque normalmente menos intensos pero más duraderos.

Incluso en esta situación puede ocurrir que por la centralización de la energía en el sistema de eliminación, falte dicha energía para el crecimiento y la reproducción. Aparecen los problemas de crecimiento en el niño pequeño o hay una formación anormal del feto y sus órganos en la mujer embarazada (¿Cuántas malformaciones del fetos no son debidas a esto?). Del mismo modo la falta de energía para el trabajo de reproducción puede hacer que tanto el hombre como la mujer se vuelvan estériles.

LA INTELIGENCIA INTERNA O EL INSTINTO DEL CUERPO dirige el reparto de energía en el organismo y aumenta una función, en este caso la desintoxicación y la curación, a cambio de la disminución de la actividad normal. Hay una interiorización de la energía y junto con ella de la sangre hacia los órganos de eliminación y las zonas más dañadas y enfermas.

Las molestias que aparecen en las crisis de eliminación.



Al mismo tiempo que la energía, la circulación sanguínea sufre una interiorización y con ello los órganos menos vitales en ese momento como la piel y las extremidades se encuentran frías y pálidas (manos y pies fríos), la sangre se concentra en el interior del organismo y principalmente en los órganos de eliminación y en las zonas enfermas.

LAS CRISIS DE DESINTOXICACIÓN se acompañan frecuentemente de toda clase de molestias y dolores localizados por todo el cuerpo; molestias y dolores de cabeza, vientre, riñones, hígado, ovarios…, los dolores y las molestias actúan como timbres de alarma que nos avisan de que algo se mueve en el interior de nuestro organismo, es la energía que intenta reparar las zonas dañadas.

Estos depósitos de sustancias tóxicas se eliminan más fácilmente aumentando la circulación y la actividad metabólica del cuerpo, lo que con frecuencia da lugar a molestias y dolores.



La inflamación, la fiebre, el dolor.



LA INFLAMACIÓN es uno de los procesos más frecuentes y más efectivos de los que utiliza el cuerpo humano para reparar una zona o eliminar las sustancias extrañas, y acompaña de varios síntomas: calor y enrojecimiento local producido por un aumento de la llegada masiva de sangre a la zona; hinchazón, debido al paso de líquido filtrado de sangre a los tejidos de alrededor. Estos síntomas tienen como objeto facilitar la llegada de todos los elementos necesarios para el proceso (proteínas, glóbulos blancos, enzimas, sustancias nutritivas). La inflamación se acompaña de diferentes síntomas, según el órgano afectado.

La inflamación por ejemplo del aparato respiratorio da síntomas de tos, eliminación de flemas, moco…, mientras que la del aparato digestivo dará náuseas, vómitos, diarreas. Cuanto más intensos son los síntomas, más rápido es el proceso curativo. Por el contrario si los combatimos con medicamentos, hierbas y otros procedimientos, retrasamos la curación.

LA FIEBRE como veíamos anteriormente es un síntoma del proceso de desintoxicación y manifiesta un aumento de la actividad metabólica del organismo, por lo que se acompaña del ritmo cardíaco, de la frecuencia respiratoria y una disminución de la actividad física y psíquica. Como ocurre con los demás síntomas no hay que tratar de eliminarla pues con ello ocasionamos un retraso de la curación.

Del mismo modo que en la inflamación hay un aumento de la temperatura de la zona, la aparición de fiebre manifiesta una especie de inflamación general de todas las células del cuerpo que intentan eliminar las sustancias tóxicas acumuladas en su interior.

Cuando una herida se llena de suciedad o tierra, se produce un aumento de la temperatura local (fiebre local) que al acelerar las reacciones químicas facilita el proceso curativo. Del mismo modo la fiebre de todo el cuerpo indica su trabajo por eliminar la suciedad o los tóxicos de sus células.

En los niños pequeños las crisis de desintoxicación (catarros, anginas…) se acompañan frecuentemente de fiebre, el cuerpo del niño se muestra más sano y menos adulterado que el del adulto y reacciona con más fuerza ante el acumulo tóxico. Con la fiebre aumentan las reacciones curativas del organismo y el niño se recupera rápidamente, al día siguiente lo vemos jugando y corriendo en la calle.

Lo más indicado para evitar un aumento excesivo de la temperatura del cuerpo, es ayunar, no comer nada, guardar cama y no abrigarse en exceso. Es un error abrigarse mucho con el fin de aumentar el sudor, especialmente contraindicado en los niños.

Todos sabemos que el ejercicio, el trabajo o una comida fuerte y abundante, aumentan la temperatura del cuerpo, llegando incluso a provocar el sudor, y por ello son las tres formas mejores de aumentar la fiebre.

EL DOLOR es otro de los síntomas más frecuentes en las crisis de desintoxicación y nos indica que algo se mueve en nuestro organismo. Nos dice que dicha zona o todo el organismo necesitan descanso.

El dolor, aunque nos cueste creerlo, indica curación, la herida que cicatriza duele y molesta. Debemos aguantar lo más posible el dolor y aplicar calor en forma de bolsas o baños de agua caliente cuando sea muy fuerte. Otros procedimientos para aliviar el dolor fuerte, pero que no están al alcance de todo el mundo, puede ser el magnetismo o transmisión de energías, la sugestión (hipnosis), en incluso la acupuntura.



  1. COMO APARECE LA ENFERMEDAD CRÓNICA. 

Mientras se continúa con la misma forma de vida la enfermedad continúa Aparece la enfermedad crónica.



Cuando el organismo no tiene una energía vital suficiente para provocar las crisis de desintoxicación o las cortamos con MEDICAMENTOS o cualquier otro método o “remedio curativo” (ej. leche caliente con miel y coñac), las toxinas no pueden ser eliminadas.

En apariencia la enfermedad se ha curado, pero esto no es cierto ya que el agotamiento y las sustancias tóxicas y de desecho no han sido eliminados. El cuerpo se ve obligado a arrinconarlas en alguna parte.

Si además la persona continúa con la misma forma de vida hay una acumulación progresiva de dichos elementos que con el paso del tiempo dan lugar a la llamada ENFERMEDAD CRÓNICA. En ella hay un fallo inicial del funcionamiento y posteriormente una degeneración progresiva de la estructura de los órganos y tejidos del cuerpo.

La “enfermedad crónica” manifiesta e indica la forma de vida errónea de la persona y continuará su avance progresivo mientras la persona no cambie y evite los errores que está cometiendo. La persona enferma ha roto el equilibrio con todo lo que le rodea y consigo misma. El tratamiento médico terapéutico puede ser solamente un intento de eliminar los síntomas y mientras tanto, al permanecer las mismas causas de enfermedad, ésta continúa.

Tapamos, echamos una manta encima de la enfermedad y creemos que ha desaparecido solamente porque no la vemos. Es como si cerráramos las puertas, las ventanas y las persianas, para no ver el fuego del incendio provocado en el interior de nuestra casa. Saltándose la ley de causa y efecto, se intenta eliminar la enfermedad sin evitar sus verdaderas causas y por ello no se cura la enfermedad sino que, y con ello no siempre, se anulan temporalmente los síntomas.

La enfermedad crónica es un estado de debilidad continua en el que el cuerpo se ha adaptado y ha aprendido a tolerar las toxinas a cambio de una pérdida de su vitalidad y donde falta fuerza para dar lugar a una eliminación aguda o “crisis de desintoxicación”. El organismo aprende a tolerar las toxinas del mismo modo que tolera el alcohol, el tabaco, el café o los medicamentos, cuando la persona se acostumbra a ellos. El cuerpo no siente nada al ingerirlos pero su acumulación progresiva da lugar a la degeneración y destrucción celular.

La persona sana nota más síntomas con la ingestión de alcohol, tabaco, café…su cuerpo es mucho más sensible e intenta rechazar y eliminar las toxinas provocando: náuseas, vómitos, tos, mareos…El cuerpo enfermo y acostumbrado a la continua utilización de estos tóxicos no opone barrera en principio al ingerirlos, no nota síntomas, pero las toxinas se acumulan dentro dando lugar a la posterior intoxicación y produciendo la enfermedad.

La persona sana es como un río cristalino, en el que al echar una sola gota de tinta vemos fácilmente su recorrido. Su cuerpo nota rápidamente la intoxicación y reacciona contra ella. El enfermo es semejante a un río contaminado, por ejemplo la ría de Bilbao, aunque echemos en él un barril de petróleo no se ve la porquería, el enfermo no nota el acumulo tóxico en sus células y por ello no lo rechaza.

El tratamiento médico de las crisis agudas: catarros, anginas, bronquitis, vómitos, diarreas, fiebre…, facilita la aparición de enfermedades crónicas o degenerativas: bronquitis crónica, asma, enfermedades reumáticas, diabetes, cáncer…Impedimos con ello la acción de las válvulas de eliminación o crisis agudas.

Si el cuerpo produce vómitos para eliminar las sustancias irritantes del estómago, ¿por qué tratarlos?, si el cuerpo produce diarrea para eliminar la sucia materia enferma de los intestinos, ¿por qué eliminarla? Si la persona al comenzar a fumar, tose y se marea ¿por qué seguir haciéndolo? Al actuar de ese modo los tóxicos y las sustancias de desecho se acumulan en el interior y ocasionan con el paso del tiempo la enfermedad crónica.

Si mediante las crisis agudas no permitimos que el cuerpo elimine las sustancias perjudiciales, se abre paso a la enfermedad crónica, y luego a la enfermedad degenerativa y de destrucción de órganos.

Incluso la enfermedad crónica se desarrolla con crisis o “recaídas” temporales, siendo agudizaciones del mismo proceso, frecuentemente son repetidos intentos de curación, de dar marcha atrás y mejorar la situación de la enfermedad, aunque temporalmente aumenten las molestias.

La enfermedad no es una equivocación o un fallo del funcionamiento del cuerpo, es una acción correcta de todo el organismo vivo en un intento de mantener la vida. La llamada enfermedad es un “proceso de desintoxicación” en el caso de la ENFERMEDAD AGUDA, o indica los “cambios que ocurren en el cuerpo” al tener que adaptarse a una forma de vida antinatural y errónea, cosa que ocurre en la ENFERMEDAD CRÓNICA.



La edad, el clima, la herencia, los microbios.



La enfermedad no es debida al “ataque” de los microbios, ni es consecuencia de la edad, la herencia, el clima, la mala suerte, el Dios lo ha querido; aunque también es cierto que algunos de estos factores pueden intervenir frecuentemente, desencadenando o modificando la crisis.

La EDAD predispone a que la enfermedad se manifieste de una forma característica. A cada etapa le corresponde unas enfermedades típicas, conociéndose las enfermedades de la infancia, de la adolescencia, del adulto y del anciano. El CLIMA facilita la aparición de ciertas enfermedades correspondientes (ej. el clima húmedo favorece que el desequilibrio y la enfermedad se manifiesten en forma de trastornos del aparato respiratorio y como molestias reumáticas).

La HERENCIA favorece también la aparición de unos síntomas localizados y determinados de la enfermedad. Cuando una persona, cuyos padres son diabéticos sobrecarga su cuerpo y no respeta las leyes de la vida, el desequilibrio o enfermedad se localiza más fácilmente con los síntomas de la diabetes. Normalmente se hereda la predisposición y rara vez la enfermedad. Si sobrecargamos nuestro cuerpo con una forma de vida antinatural el desequilibrio aparece en la zona predispuesta.

Los MICROBIOS no aparecen más que sobre un “terreno favorable” a su crecimiento, en el cuerpo de la persona ya enferma. Primeramente hay un desequilibrio, agotamiento, intoxicación y luego aparece el microbio. Los microbios (gérmenes) no “germinan” en nuestros cuerpos si no tienen las condiciones adecuadas para hacerlo, del mismo modo que una semilla no puede germinar si no encuentra las condiciones adecuadas: tierra fértil, agua, abono…

Estos factores favorecen la aparición de algunas enfermedades o síntomas característicos pero no son las causas iniciales, actuando desfavorablemente en la persona ya agotada o intoxicada. Primero es la enfermedad y luego influyen sobre ella, la edad, el clima, el frío, los microbios. La mala suerte y el dios castigador se abstienen.

No tenemos una peor suerte que los demás, todo en la naturaleza tiene un por qué, todo efecto tiene una causa que le precede, lo que vivimos aquí y ahora es consecuencia de nuestro vivir anterior y lo que nos parece malo es bueno.



5-LOS SÍNTOMAS DE LA ENFERMEDAD.



Los síntomas de la enfermedad pueden ser de dos clases, unos son el resultado del esfuerzo des cuerpo para eliminar las toxinas que ponen en peligro la vida, y otros son consecuencia de los efectos destructivos de las toxinas sobre el cuerpo.

Si los síntomas de la enfermedad nos resultan desagradables es para que nos demos cuenta de que vivimos erróneamente y hagamos un replanteamiento de nuestra forma de vivir. De igual modo nos molestan para que no nos guste estar enfermos y nos veamos obligados a buscar la salida con nuestro propio esfuerzo.

Con los medicamentos podemos eliminar los síntomas pero no las causas de enfermedad, pues éstas seguirán actuando a menos que se produzca un cambio en la forma de vida, buscando la salud y el equilibrio. No nos damos cuenta que el poder de curación es una cualidad del organismo vivo, de todo ser vivo, y que la curación es un proceso biológico normal y no un arte terapéutico en manos de un médico.



Los síntomas de la desintoxicación aguda y crónica.



Además de la inflamación, la fiebre y el dolor, vistos en otro capítulo, estudiamos ahora los síntomas característicos de las crisis de desintoxicación y de la desintoxicación crónica.

Los síntomas de las crisis de desintoxicación y de las enfermedades crónicas. Son semejantes, sólo varían en su intensidad y en la duración en el tiempo.

Síntomas de eliminación. Estos síntomas indican un aumento de la expulsión de las sustancias de desecho y tóxicas:

-En los riñones hay una eliminación de orina oscura y olorosa, acompañada a veces de arenilla o moco.

-En los pulmones hay una eliminación de flemas, moco, aliento cargado o con olor dulzón a acetona…

-En el aparato digestivo puede aparecer una inflamación de las encías, boca seca, labios secos, lengua pastosa y coloreada, saliva con gusto a tabaco, sal o medicamentos; vómitos, diarreas, gases…

-En los genitales puede ocurrir la aparición de flujo vaginal, alteraciones de la menstruación (regla más oscura de lo normal, eliminación de coágulos, adelantos y retrasos en el tiempo), gases vaginales…

-En la piel puede haber aumento de la sudoración o al contrario la aparición de piel seca, aumento de la grasa, granos, sarpullidos, descamación, formación de seborrea y caspa en el pelo…

-En los ojos puede haber una eliminación que dé lugar a una conjuntivitis y en los oídos a una otitis.

Otros síntomas. Las crisis de desintoxicación o la desintoxicación crónica se acompañan normalmente de otros síntomas más o menos molestos:

-Molestias digestivas: náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, “tristeza” en la boca del estómago…

-Alteraciones respiratorias: tos, dificultad respiratoria…

-Molestias al orinar: frecuentes ganas de orinar y dolor y escozor al hacerlo…

-Cansancio, debilidad general, dolores de cabeza, mareos…

-Dolores musculares o articulares…

-Cambios de carácter: nerviosismo, ansiedad, depresión, intranquilidad, apatía, excesiva sensibilidad, insomnio…

Síntomas de la interiorización de la energía. Cuando estamos enfermos el cuerpo acelera el proceso de desintoxicación. El organismo aumenta el trabajo de recuperación interiorizando sus fuerzas, restándolas de otras funciones no tan necesarias en este momento. Debido a ello podemos notar: debilidad, fatiga, decaimiento, piel seca, caída del cabello, falta de apetencia sexual, desaparición de la menstruación…Esta inversión de fuerzas es pasajera y desaparecerá en cuanto descansemos. (Ver el capítulo del reparto de la energía en el organismo).

La pérdida de peso. Durante la desintoxicación el cuerpo se dedica a renovar los órganos, elimina las sustancias tóxicas acumuladas, y para ello va “dirigiendo” sus tejidos. Esto junto con la eliminación del agua retenida para diluir las sustancias tóxicas, da lugar a una disminución de peso.

Hay que tener en cuenta que el peso ideal varía mucho en relación con el sexo (a igual altura la mujer pesa menos que el hombre), la constitución, el armazón óseo y el desarrollo muscular. De todas formas la mejor manera de determinar el peso ideal es comenzar una alimentación sana, con ella nuestro cuerpo irá perdiendo los kilos que le sobran, tendiendo así hacia su peso ideal.

Es importante estar al tanto de dicho proceso y no alarmarse ante la pérdida de peso. Tras la crisis de desintoxicación, una comida adecuada y cierto trabajo muscular nos ayudarán a recuperar nuestro peso ideal. Deberemos tener siempre en cuenta que durante el proceso de la disminución de peso no hay pérdida de un solo gramo de sustancia o tejido vital para el organismo, el cuerpo elimina lo que le sobra y le supone sobrecarga.



6. RENOVAR EL CUERPO – LA ENFERMEDAD ES UNA Y CAMBIA CON LA FORMA DE VIDA.



Para curar nuestro cuerpo hay que renovarlo con materiales de buena calidad. Los factores de salud.

La persona que construye una casa utiliza ciertos materiales: madera, clavos, ladrillos, cemento…Con el paso del tiempo y el uso o mal uso de la casa se van alterando algunas partes. En la reparación de las zonas rotas y en mal estado se usan los mismos elementos que se usaron anteriormente en su construcción: maderas, clavos, ladrillos…

Nuestro organismo vivo se construye y renueva o se cura constantemente mediante: los alimentos, el agua, el aire, el sol, el ejercicio, el reposo, el equilibrio mental, el ambiente tranquilo y positivo…; si dichos elementos empleados son de buena calidad no hará falta “repararlo”, sin nosotros notarlo habrá una renovación continuada, suave y progresiva. En cambio si son de mala calidad (alimentación excesiva y no adecuada, ingesta de sustancias tóxicas: alcohol, tabaco…, falta de sol y vida sedentaria, desequilibrio psíquico…), fallará la estructura y el funcionamiento del cuerpo y de la mente, apareciendo la enfermedad crónica.

Si queremos curar la enfermedad necesitamos reconstruir nuestro organismo con nuevos materiales, pero de la mejor calidad: alimentación sana, aire y agua puros, sol, ejercicio, reposo, equilibrio mental y emocional, ambiente relajado…todo ello hará que se encuentre fuerte y resistente.

El conjunto de estos elementos es lo que conocemos como los FACTORES DE SALUD, materiales con los que ya desde un principio deberíamos haber construido y mantenido nuestro cuerpo. Para la recuperación de la salud no se necesita ninguna sustancia extraña y menos aún unas sustancias tóxicas en forma de medicamentos. Una persona enferma que quier curarse debe utilizar los mismos factores que mantienen y favorecen la salud en las personas sanas. Si un medicamento es perjudicial para una persona sana de tal forma que le puede provocar molestias y trastornos, ¿cómo puede ser recomendable y beneficioso para un enfermo?

NO HAY MUCHAS ENFERMEDADES, la enfermedad es el agotamiento y la intoxicación que se manifiesta con síntomas diferentes.

El cuerpo es una UNIDAD en la que la enfermedad es el resultado de la falta de equilibrio y no podemos ni debemos intentar “curar” una parte sin la curación del todo. NO intentemos “tratar” el hígado, el estómago, los riñones, aislados de los demás órganos.

Frecuentemente al eliminar los síntomas de una zona, la enfermedad se manifiesta en otra diferente. Cambian los síntomas y su localización siendo la misma enfermedad. Son los conceptos de UNIDAD DEL CUERPO Y DE LA ENFERMEDAD. El cuerpo es uno y la enfermedad es la misma (agotamiento, desequilibrio energético, intoxicación) aunque los síntomas y la localización pueden variar con el paso del tiempo y los tratamientos médicos.

En este cambio de localización de la enfermedad reaparece con los síntomas característicos de los órganos nuevamente afectados. Cuando alcanza el aparato respiratorio se acompañará inevitablemente de: tos, eliminación de flemas, dificultad respiratoria…y si afecta al aparato digestivo: náuseas, vómitos, diarrea. Si lo hace al aparato urinario: escozor o dolor al orinar, dolor en la zona, orina muy oscura y olorosa. En cualquier caso es la misma enfermedad.



La enfermedad cambia con la forma de vida.



La enfermedad y los síntomas que la acompañan están en relación con la manera de vivir de cada época y de cada grupo viviente. Las enfermedades que asolaban regiones o países enteros de Europa durante la edad media: la peste, el tifus, la fiebre amarilla, el cólera…fueron disminuyendo hasta desaparecer total o casi totalmente, sin que intervinieran para nada los tratamientos médicos. La falta de higiene, la mala y escasa alimentación, la falta de agua viva en las ciudades, la ausencia de alcantarillado, la situación social, las guerras continuas, los tratamientos médicos con venenos fuertes…, daban origen a estas enfermedades que lentamente fueron desapareciendo conforme fue cambiando la forma de vida.

Las condiciones y hábitos de la vida moderna favorecen la aparición de otras clases de enfermedades y “epidemias”, las llamadas enfermedades de la civilización o del consumo. La mala y excesiva alimentación, el consumo de sustancias tóxicas (café, alcohol, tabaco…), la contaminación, la falta de ejercicio y la vida sedentaria, la falta de contacto con la naturaleza, las tensiones de la vida moderna…, dan lugar a la aparición del cáncer, reuma, diabetes, gota, arterioesclerosis, infarto…(enfermedades de la sociedad de consumo).

Como vemos el avance de la medicina no ha influido en este proceso para nada. Las enfermedades han ido cambiando con arreglo a las diferentes formas de vida. Si influye, en cambio, la higiene, la cultura, el agua potable…

Los ciclos en la evolución de la tierra, de la naturaleza y de todo el universo favorecen también que en ciertas épocas predominen un tipo de enfermedades características. Hay ciertos ciclos en la naturaleza que nos son conocidos, sabemos que en el verano predominan las enfermedades del aparato digestivo (vómitos, diarreas, colitis) mientras que en el invierno predominan las enfermedades respiratorias (catarro, bronquitis, gripe). Las úlceras de estómago y duodeno causan más molestias y trastornos en primavera y otoño. La fiebre aumenta al atardecer del día y las crisis asmáticas ocurren normalmente por la noche, en primavera aumentan las crisis alérgicas y con la luna llena son más frecuentes los problemas mentales y los partos.

La época o ciclo evolutivo de la tierra, al margen de un factor primordial come es la forma de vida, predispone a que el abuso del cuerpo y el poco respeto a las leyes de la vida se manifiesten en una forma de enfermedad o en otra diferente, según el momento.

Debemos caminar hacia una ciencia de la salud, hacia el estudio y el conocimiento de ese gran olvidado, nuestro organismo (cuerpo y mente) del que sólo nos acordamos cuando nos molesta. Tenemos que reaprender a comer, a respirar, a movernos, a tomar el sol, a sentir, a pensar, a dar, a relacionarnos con la naturaleza y las demás personas…, necesitamos volver a vivir. Dejemos que quien lo vea así pueda quemar su vida en cuatro días ya que tarde o temprano el sufrimiento le va indicar el error cometido e incluso le va a ayudar, si está abierto, a darse cuenta de que hay un nuevo camino más verdadero y sabio.

Sin necesidad de estudiar a fondo la enfermedad y los cientos de formas de tratarlas, estudiemos la salud y la forma de conseguirla, respetando las leyes de la vida y las leyes naturales y para ello no es necesario volver al tiempo de las cavernas, sino todo lo contrario. Queramos o no somos parte de la naturaleza y si rompemos nuestro equilibrio con ella, aparece la desarmonía y la enfermedad.



Si quieres saber más, lee el siguiente libro: La enfermedad, qué y para qué. A tu salud. (De Karmelo Bizcarra).



¿De qué manera cae enfermo el organismo?



Como ya hemos dicho los desperdicios metabólicos y las toxinas son de naturaleza ácida, pero hay mecanismos para tener controlado el ph. Sin embargo, cuando el organismo se acidifica se puede caer enfermo de tres maneras diferentes.

La primera es el ensuciamiento del organismo. Cuando los órganos, tejidos y células están llenos y sobrecargados de toxinas, no hay, porque se dificulta, el intercambio celular, la nutrición y la excreción. Es decir, las células necesitan nutrientes transportados por la sangre y necesitan echar sus desperdicios metabólicos fuera pero si están sobrecargadas y su membrana tupida no puede asimilar los nutrientes - o tendrá una capacidad muy limitada- ni expulsar hacia la linfa los desperdicios, y si aún es capaz de expulsar parte de ellos quedarán estancados en el espacio y líquido intersticial y en la linfa, ya que no existe fluidez al estar éstos también sobrecargados.

En realidad el mecanismo de esto es mucho más complejo, pero aquí os expongo una pequeñita pincelada para que os podáis hacer una ligera idea.

La segunda se encuentra ligada a la actividad de los enzimas. Estos son los “pequeños obreros” en el origen de todas las transformaciones bioquímicas que tienen lugar en el cuerpo, y de los que depende el buen funcionamiento de los órganos. Ahora bien, los enzimas no pueden trabajar correctamente más que en un entorno de ph bien definido (ligeramente alcalino, de 7,35 a 7,45). Caso contrario, su actividad se ve perturbada o incluso interrumpida por entero. Cuando solo se produce una ralentización, aparecen enfermedades; en caso de interrupción, el cuerpo ya no puede seguir funcionando y muere. Sin llegar a tan extremo estadio, diferentes trastornos se instalan a medida que un número cada vez mayor de enzimas se ven perturbados en su actividad por la acidificación del organismo.

La tercera manera de caer enfermo se debe a la agresividad de los ácidos presentes en exceso en los tejidos. En efecto, antes de ser neutralizados por las bases, irritan los órganos con los que se hallan en contacto. Resultan de ello inflamaciones, muy dolorosas a veces, pero también lesiones o esclerosis de los tejidos. Ello concierne ante todo a los órganos encargados de eliminar los ácidos fuertes, como son la piel y los riñones. Una gran parte de los eczemas, urticarias, pruritos y eczemas de la piel se deben a la irritación causada por la acidez excesiva del sudor. Los lugares más atacados son, evidentemente, aquellos donde el sudor se estanca: bajo las axilas, bajo las rodillas, bajo la correa del reloj o, en el caso de los bebés, bajo los pañales (eritema de los lactantes). Cuando es la orina la que se encuentra demasiado cargada de ácidos, las micciones son dolorosas, las vías urinarias “arden”, se inflaman con rapidez (uretritis) o se infectan (cistitis).

Invisible a nuestros ojos, pero pudiendo ser experimentada muy claramente por las personas afectadas, la agresión de los ácidos provoca dolores articulares (artritis), de los nervios (neuritis) y de los intestinos (enteritis, colitis, quemaduras anales).

Habiendo quedado frágiles los tejidos por causa de la acidez, una infección microbiana o viral puede fácilmente sobre-añadirse a los trastornos ya mencionados, dado que las lesiones de las mucosas (respiratorias, por ejemplo), permite a los microbios penetrar fácilmente en los tejidos y multiplicarse en ellos. Tanto más cuanto que el sistema inmunitario puede, él mismo, hallarse disminuido por la acción de los ácidos.

La cuarta causa de padecimiento por la acción de los ácidos se debe al hecho de que toda persona que se acidifica se desmineraliza inevitablemente, ya que el cuerpo debe ceder los minerales básicos para neutralizar los ácidos. La desmineralización puede ser importante y afectar a cualquier órgano, pues los minerales básicos (calcio, magnesio, sodio, potasio, manganeso, hierro…) se encuentran en todos los tejidos y son extraídos para tamponar  el exceso de ácidos.

Los problemas de desmineralización más conocidos conciernen al esqueleto y los dientes. Los huesos se descalcifican, pierden su resistencia y su flexibilidad, tanto que llegan a quebrarse con facilidad (fractura espontánea del cuello del fémur), pierden densidad (osteoporosis), se inflaman al nivel de las articulaciones (reúmas), los discos intervertebrales se corroen (ciática), etc. También los dientes devienen frágiles al desmineralizarse. Se vuelven sensibles a los alimentos fríos o calientes, se fisuran, se desmoronan o desarrollan caries con facilidad.

La fragilidad por desmineralización debilita los cabellos, que pierden su brillo y caen en abundancia, las uñas se desdoblan y se rompen al menor choque; la piel se deseca, se fisura o se cuartea; las encías se deforman, devienen sensibles y sangran.         

1 comentario: